dia cooperativismo 20136 de julio

DIA INTERNACIONAL DEL COOPERATIVISMO

En esta oportunidad ofrecemos un texto elaborado a partir de una entrevista realizada al presidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Floreal Gorini, en mayo de 2003, pocos meses después de la inauguración del Centro Cultural de la Cooperación que hoy lleva su nombre.

En un contexto de crisis económica, social, política e institucional generada por el triunfo de las concepciones neoliberales; Gorini enfatiza la necesidad de librar una profunda batalla cultural que instale que «es el pueblo quien debe buscar la solución a través de su unidad ya través de su participación: como única garantía de revertir aquella crisis y avanzar hacia un nueva sociedad más justa y solidaria. La batalla central hay que librarla en el campo de las ideas, sostenía Floreal Gorini

Ya en la declaración de principios del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos se planteaba que su objeto social iba más allá de difundir la cooperación, entendiendo que para la solución de los problemas políticos, económicos, sociales, culturales, era imprescindible la concurrencia de los distintos sectores que componen la sociedad, de los de sus diferentes clases sociales, y la necesidad de desarrollar un proyecto de país que unifique a las grandes mayorías. Se partía de un análisis histórico que demostraba que nuestro país venía siendo dominado casi a partir de su independencia por grupos de poder económicamente concentrado, y que había un campo popular, conformado por los trabajadores, los sectores medios, los pequeños empresarios, la intelectualidad, los estudiantes, que vienen siendo marginados.

A partir de esa concepción del Instituto, periódicamente y en forma regular y constante nos dedicamos a buscar contactos con otras entidades del campo popular, con las que recorrimos períodos de trabajo en común, planteándonos siempre el mismo tema: cómo desarrollar un país realmente independiente en lo político, en lo económico, en lo financiero, en lo cultural. No podemos decir que tuvimos éxito, en especial a partir del llamado proceso de globalización, en que estos sectores populares son cada vez más marginados y se paraliza la movilidad social que en la Argentina fue un componente importante, y hay incluso un descenso de sectores medios que han pasado a ser medios bajos, sectores de la clase trabajadora que han pasado a ser marginados.

Llegamos a una situación tremenda para un país como la Argentina, con sectores marginados hasta de la alimentación. Hay hambre en la Argentina. Produce alimentos para trescientos millones de personas, que se exportan cuando en nuestro propio país hay millones de hambrientos.

Podríamos decir entonces que no hemos tenido éxito en nuestra prédica, pero sabemos que no es una lucha fácil, y que ahora la debemos librar ya no en el campo de una reivindicación concreta por más puestos de trabajo -que sigue vigente-, por una mejor distribución del ingreso -que también sigue vigente-, por un reparto equitativo de la tierra, por el desarrollo de la industria independiente. Todo eso fue planteado desde el comienzo, pero hoy tenemos una batalla que está como regenteando todo, que es la batalla cultural.

Los sectores dominantes no sólo han dominado económica, financiera y políticamente al país, sino que también han logrado un dominio cultural, han apartado a la gente de los movimientos sociales, se han cerrado muchísimas entidades sociales en la Argentina: sociedades de fomento, cooperativas, bibliotecas, clubes, Y en lo cultural vamos cayendo, cada vez más, en la influencia de la cultura importada.

Por eso la batalla que hoy el Instituto considera como prioritaria es la cultural, sin dejar de considerar el problema de la salud, de la alimentación, de la educación, la distribución más justa del ingreso, que son necesidades de todos los días por las que tenemos que luchar. Son importantes las movilizaciones que hace el pueblo por eso, los piqueteros por trabajo, los jubilados por su retribución, los docentes porque se les paguen los sueldos al día, todo eso es importante, hay que estar ahí, pero la batalla central hay que librarla en el campo de las ideas. Hay que poner en el conjunto de la sociedad que la solución es la unidad del pueblo, que no hay que esperar de Los líderes, de los caudillos, de los referentes, no esperar ese hombre providencial que sea honesto, inteligente, de gran capacidad laboral y que esté entregado a dar su vida por el pueblo. Esto es un concepto individualista, producto de la visión neoliberal presente en nuestra historiografía. La historia tradicional es una historia de héroes que fueron jalonando el desarrollo de nuestros países. En Argentina son Moreno haciendo la Revolución de Mayo, San Martín liberándonos, Irigoyen que consigue el acceso popular al voto y Perón que logra la justicia social Cuatro mojones en la historia del país, que dejan de lado que todo lo que se consiguió fue producto de las luchas populares.

“La historia sirve para no repetir errores, para no transitar caminos equivocados. Para rectificar dogmatismos, sectarismos, y diferenciar lo estratégico, lo fundamental, de los acuerdos transitorios, y ver cómo nos unimos primero en lo estratégico.”

Tenemos que trabajar para instalar la idea de que es el pueblo quien debe buscar la solución a través de su unidad ya través de su participación, que no puede ser espectador de la vida, que no puede ir del trabajo a casa y con eso está cumplido, que no puede ver pasar la vida a través de la pantalla de la televisión. Que tiene que vivir, que tiene que ir a la plaza, que tiene que ir al comité político, que tiene que ir a la cooperativa, que tiene que ocupar un lugar activo en la sociedad. Ese es el proyecto cultural del Instituto. Además, creemos que esto hay que resolverlo dándole formas orgánicas. No basta con formar cooperativas, con formar clubes sociales, con formar bibliotecas. ¿Cómo organizamos la participación del pueblo para el manejo de la sociedad? ¿Cómo hacemos el gobierno popular?

El gobierno va a ser popular si el pueblo participa, lo que nos exige un nuevo modelo de país que debe partir de una reforma constitucional.

El mérito de una Constitución no está en ser añeja, sino en estar actualizada, comprender los fenómenos nuevos que se van presentando hoy en la sociedad. El poder popular no se crea sólo gritándolo en consignas, se crea instrumentándolo orgánicamente; entonces, el punto de partida debe ser una reforma constitucional que vaya debilitando el poder central y que vaya generando mayor poder en la base, mayor participación.

Es en este contexto que decidimos la creación del Centro Cultural de la Cooperación. Y hoy estamos trabajando en la formación de cuadros dirigentes compenetrados con el ideario del cooperativismo y la economía social con vista a una sociedad socialista. Estamos en la etapa de formación y difusión, porque sin una fuerte intelectualidad que difunda el ideario, el pueblo no va a poder avanzar. La primera responsabilidad es de la inteligencia, el punto de partida es la idea, y la idea hay que difundirla a través del libro, de la conferencia, del debate, de la escuela, pero primero hay que crearla. y en ese proceso de creación, la historia sirve para no repetir errores, para no transitar caminos equivocados, para rectificar dogmatismos, sectarismos, y diferenciar lo estratégico, lo fundamental, de los acuerdos transitorios, y ver cómo nos unimos primero en lo estratégico.

No sirven, en mi opinión, las alianzas coyunturales. Habrá que hacerlas cuando haya que enfrentar una contingencia determinada, o una ley injusta, una condena a un luchador social, reclamos urgentes contra el hambre. Pero hay que ir buscando que la alianza apunte a un objetivo más estratégico, que podamos coincidir desde distintas doctrinas y sectores populares. Entonces hay que buscar coincidencias. El que no trabaja por esa unidad, y dice que lucha desde su pequeña organización, está trabajando en contra, porque el arma más poderosa es la unidad, porque son muy pocos los poderosos pero están montados sobre nuestra división.

 

Extraído de Revista IDELCOOP 208